Adolescentes y consumo de drogas y alcohol

Adolescentes y consumo de drogas y alcohol

 

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Que los adolescentes no estén motivados para dejar de consumir drogas, normalmente porros y alcohol, no significa que no estén motivados para cambiar algo en su vida. La mayoría de los adolescentes que llegan a consulta, lo hacen obligados y sin motivación alguna para iniciar un tratamiento orientado a la deshabituación de cualquier sustancia, pero pocos son los que no reconocen desde el primer momento un motivo por el que sí puedan necesitar ayuda. Suele ser su queja inicial y principal la relación que tienen con sus padres. ¡Esto ya es un motivo!. Más adelante y si hay  buena adherencia y confianza, reconocen que se acaban “rayando” más de lo normal y que tal vez su manera de consumir tal vez no sea la más sana. En cualquier caso todo lo que se consiga forma parte de un proceso que nada tiene que ver con señalar al joven directamente como problema y menos aún como “drogadicto”. No demos por hecho que para recibir ayuda ha de estar motivado y ha de ser él o ella quien quiera cambiar y en su caso querer dejar de consumir una droga. Ésta es una ilusión que en el caso de los adolescentes supone un porcentaje bajísimo. En el peor de los casos siempre se puede iniciar una intervención con la familia y así evaluar, y tal vez comenzar a actuar de una manera más funcional a pesar de no intervenir directamente con su hijo/hija. De hecho, en algunas ocasiones y en casos más leves ni siquiera es necesaria esa intervención directa con el joven.

Cuando abordamos terapéuticamente el consumo de drogas por parte de un adolescente, si no incluimos a la familia, normalmente padre y madre o el sistema encargado de su protección, será muy complicado que este proceso de toma de conciencia y cambio se ponga en marcha. El consumo continuado de una sustancia es por lo general síntoma de algo más, y normalmente anterior al inicio de ese consumo. Suele suponer ese consumo la voz de alarma de algo que muy probablemente transcienda al joven consumidor e implica otros sistemas como el familiar principalmente, pero también el escolar y/o social. No se trata de culpabilizar a nadie sino de tener en cuenta todas las piezas del puzzle posibles y responsabilizar a cada miembro del sistema de su parte correspondiente en la solución al problema.

Lo que nos ha llamado a menudo la atención a los profesionales que trabajamos atendiendo estos casos, es que no se haya considerado la opción de buscar ayuda profesional antes de que apareciera el consumo. Ésto es especialmente importante en el caso de adolescentes adoptados que son traídos a consulta por sus padres y madres para recibir atención. “La adopción nunca ha sido un problema y eso lo tiene superado”, refieren algunos padres y madres, dando por hecho que el problema aparece cuando se ha juntado con tal amigo y ha comenzado a consumir. Reflexionemos sobre ello.

César sánchez Prieto

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